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Con autoría de Luciano Wernicke y testimonio central de Signorini, se publicó el libro “Diego desde adentro”

El ejemplar se puso en venta el 1 de octubre. En él, el profesor linqueño cuenta varias vivencias y anécdotas de la relación personal y profesional que tuvo con el crack mundial entre los años 1983 y 1994, entre otros temas relacionados sobre la vida del “10”, todos los cuales aborda con su particular lucidez, sensibilidad y originalidad. En la nota, un fragmento del libro.

Hace apenas unos días, puntualmente a principios de este mes, el 1 de octubre, se publicó el libro “Maradona desde Adentro”, un ejemplar escrito por el licenciado en Periodismo y escritor Luciano Wernicke, quien, con atino y elocuencia, y con la ayuda de Fernando Molina (periodista y técnico en Márketing Deportivo) para hacer esta obra, convocó al profesor linqueño Fernando Signorini para que contara pasajes de la vida del reconocido jugador de fútbol Diego Maradona, del que Signorini fue preparador físico del crack mundial durante mucho tiempo, catorce años, con el acompañamiento y profesionalidad que solo él sabe dar a los deportistas, teniendo en cuenta que es uno de los preparadores fisicos más reconocidos del país y también a nivel mundial.

En ese marco, el ejemplar, que tiene un valor de alrededor de $1.700, y que se puede encontrar en las librerías por ser una novedad editorial, fue publicado por “Planeta”, con una cantidad de 320 páginas, en la que el profesor linqueño cuenta muchas anécdotas y vivencia que pasó con el “10”, todas ellas lúcidas, entretenidas, y, por sobre todo, biográficas de un tiempo de éxito como jugador de Diego en Italia, España y la Selección Argentina, entre otros momentos.

El ejemplar es, dentro de los distintos géneros literarios, biográfico, testimonial, elaborado con la calidad que “Planeta” evidencia desde hace años en sus ejemplares, aunque lo más jugoso de ese libro es la inteligencia y el atino que Signorini muestra a la hora de contar su relación con Maradona, que se extendió, en su interacción profesional, deportiva e individual, desde 1983 hasta 1994.  

SINOPSIS DEL LIBRO “DIEGO DESDE ADENTRO”

“’Diego desde adentro’ no es una nueva biografía de Maradona. Tampoco es un relato sobre Maradona, sino sobre Diego, el ser cálido, generoso y humano que brillaba dentro y fuera de la cancha, basado en las experiencias que vivió con el hombre que lo conoció más profundamente: su preparador físico personal Fernando Signorini. Este libro recorre la mejor etapa de Diego como jugador, desde que su tobillo fue despedazado en un partido entre Barcelona y Athletic Club en 1983 hasta su retirada de la selección argentina, en 1994, luego de que un control antidoping realizado durante el Mundial de Estados Unidos dio positivo. En ese período, Signorini fue un factor fundamental, no sólo en el acondicionamiento del físico del extraordinario futbolista, sino también de su mente. A lo largo de catorce años, Diego y Fernando forjaron una entrañable relación basada en el respeto y una admiración recíproca inquebrantable. Signorini cuenta cómo el ‘Diez’ superó la terrible fractura y otros escollos en su periplo hacia el Olimpo del fútbol, con la camiseta argentina y la del club Nápoli. También, su etapa como entrenador albiceleste ‘en la que le enseñó a Leo Messi a lanzar tiros libres’, y sus conflictos con las drogas, la paternidad extramarital, la fama, el dinero. ‘Diego desde adentro’ ofrece una semblanza original, fresca y muy divertida que explica cómo el mejor futbolista del mundo se convirtió en el mejor de la historia”.

FRAMENTO DEL LIBRO DIEGO DESDE ADENTRO

CAPÍTULO 1

CONFESIONES DE INVIERNO

Lo recuerdo como si fuera hoy. Sé que parece increíble, pero les aseguro que ese momento quedó grabado a fuego aquel crudo invierno de 1972. En Lincoln, mi ciudad natal, no había mucho para hacer un domingo. Ni siquiera se podía ver televisión, porque todavía no se había instalado una antena transmisora que acercara los canales capitalinos hasta esa localidad, situada a unos 300 kilómetros al oeste de Buenos Aires, ni existían aún las señales de cable. Luego de la siesta ineludible, podría definirla mejor como obligatoria, los que amábamos el fútbol teníamos un único medio para conectarnos con el campeonato de primera división, que por entonces se llamaba Metropolitano: la radio. La pelota entraba a mi cabeza por las orejas, impulsada por las voces que emitía el aparato a transistores. Provisto sólo de las palabras que elegía el narrador, yo intentaba imaginar los goles, las atajadas, la magia. Unos días más tarde, compraba la legendaria revista El Gráfico y, a través de sus hermosas fotografías, descubría si las jugadas que había proyectado en mi mente se aproximaban, aunque fuera de manera vaga, a lo que realmente había sucedido en los inalcanzables estadios de Buenos Aires, Avellaneda o Rosario. Pero lo que me llamó la atención ese frío día de junio no fue la descripción de un tanto, ni de una acción determinada, sino un nombre. Yo había sintonizado radio Rivadavia para escuchar el relato del partido entre Argentinos Juniors y el puntero del torneo, San Lorenzo.

Terminado el primer tiempo, el conductor del programa, José María Muñoz, dio paso a los distintos cronistas que debían informar lo que había acontecido en otros coliseos. En esa época, todos los partidos de la fecha se cumplían de manera simultánea. Sin embargo, a los dos o tres minutos, interrumpió a los corresponsales, fascinado por lo que sucedía en el círculo central de la cancha del Bicho de la Paternal: un nene de once años deslumbraba a los hinchas haciendo malabarismos con una pelota.

–Zavatarelli, ¿quién es ese chico que hace esas maravillas? –quiso saber Muñoz.

–Es un pibe de las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, José María –le respondió su compañero de transmisión, situado junto a la línea de cal.

–¿Cómo se llama? –indagó el relator.

–Diego Armando Maradona.

«Diego Armando Maradona», repetí yo en la sala de mi casa de Lincoln, quizá para esculpir en mi azotea esas palabras que me habían parecido atractivas. Mientras a Muñoz lo había hechizado el talento del chico, a mí me había llamado la atención la sonoridad de su nombre.

Años después, recibido de Profesor de Educación Física en la escuela Nuestra Señora de Lincoln y trabajando como preparador del primer equipo del club Rivadavia de la misma ciudad, volví a escuchar ese trío de palabras que combinaban de manera armónica, tantas veces que terminé familiarizándome con él. Como debe haberles ocurrido a millones, sospecho. Primero, como la nueva esperanza de Argentinos Juniors, aunque ya en el equipo profesional. Luego, como líder de la selección juvenil que ganó el Mundial sub-20 de Japón en 1979, conducida por César Menotti, y finalmente como estrella del Boca campeón de 1981, ya por televisión, porque por fin a un funcionario municipal se le había ocurrido colocar una antena que alimentara el ocio de los linqueños. Gracias a las imágenes de la tele, logré ponerle cara al nombre musical, y asimismo descubrir que Muñoz se había quedado corto con sus elogios. El muchacho no sólo dominaba la pelota a placer, como dicen los españoles, sino que era un experto en el arte del engaño. Un tipo de una astucia sobresaliente, de una picardía exquisita que ya no se ve en las canchas, o por lo menos yo no he vuelto a ver. Ya nadie engaña a nadie.

En diciembre de 1982, pasados el Mundial de España y la nefasta guerra de Malvinas, me pude dar el gusto de ver en una cancha esa maraña de rulos con pies prodigiosos que tanto me había extasiado a la distancia por medio de un tubo de vidrio. Fue en el Camp Nou, en una fría noche catalana. Diego consiguió el único gol del equipo blaugrana con un toque prodigioso que burló al gran portero vasco Luis Miguel Arconada, defensor del arco de la Real Sociedad y la escuadra nacional española.

Un toque muy parecido, casi calcado, al que el mismo Diego dibujaría cuatro años más tarde ante el belga Jean Marie Pfaff, en el Mundial de México, para anotar el uno a cero albiceleste.

Poco después de ese primer contacto visual, lejano y desde luego unidireccional, el destino, que a veces obra con crueldad, pero conmigo estuvo desmedidamente generoso, cruzó mi camino con el de ese pibe al que todos en España llamaban Pelusa, a partir de un encuentro fortuito y una desgracia que, debo admitir, resultó con suerte. A partir de allí, avanzamos juntos durante unos catorce años. Volamos dentro de veloces Ferrari por seguras autopistas y anduvimos a los tropezones por senderos pedregosos y peligrosos. Piloteamos lanchas de carrera y remamos en dulce de leche. Ganamos y perdimos. Hoy, mirando desde la distancia que conceden el tiempo y la experiencia, y al cabo de tantos viajes, tantos campeonatos, tantas anécdotas, siento que esos catorce años fueron 140.

Es muy difícil contar de manera cronológica la historia de uno de los tipos más famosos del mundo. Millones lo han visto jugar, lo han escuchado hablar, han leído sobre él, han observado uno o varios de los documentales que se han producido sobre su sorprendente existencia. Pero todos han visto a Maradona, leído sobre Maradona, escuchado a Maradona, observado documentales sobre Maradona. Yo les voy a hablar de Diego, del pibe que se entrenaba con ambición, del ser humano que aparecía cuando se apagaban las cámaras y los flashes, del chico forjado en un barrio muy pobre como Villa Fiorito que viajó a la cima del Everest sin ropa de abrigo ni ayuda de los sherpas. Maradona… Maradona fue otra persona, con la que Diego sólo compartió el apellido.

Cuando Nápoli ganó el primer scudetto de su historia, en 1987, un hincha pintó una frase soberbia sobre uno de los muros del cementerio de Poggioreale, el principal de la ciudad: «No saben lo que se han perdido». Yo no. Lo he vivido y voy a contarlo para que otros no se lo pierdan.

Este libro está escrito desde el afecto, aunque con el rigor del verdadero amigo: aquel que acompaña y apoya en las buenas y en las malas. El que dice «sí», pero también dice «no».

BIOGRAFÍA DE FERNANDO SIGNORINI

Fernando Signorini nació en Lincoln y es profesor de Educación Física y preparador de futbolistas para la alta competencia. Fue entrenador personal de Diego Maradona entre 1983 y 1994, y trabajó como preparador físico de la Selección Argentina y los clubes Rivadavia de Lincoln, Atlético Quiroga, Independiente, Racing, Rosario Central, Banfield, Sampdoria (Italia), Tecos, Puebla, Venados, Coras y Atlético Zacatepec, entre otros.

BIOGRAFIA LUCIANO WERNICKE

 Luciano Wernicke nació en 1969 en Buenos Aires, Argentina. Es licenciado en Periodismo egresado de la Universidad del Salvador. Trabajó durante 22 años en la agencia Diarios y Noticias (DyN) y fue colaborador de numerosos medios argentinos como las revistas Humor y   El Gráfico y el diario Olé. También escribió artículos para publicaciones de Colombia, Noruega, Japón, Estados Unidos, Inglaterra y Escocia.

Ejerció la docencia durante casi veinte años en instituciones como el Círculo de Periodistas Deportivos y la Universidad Argentina de   la Empresa (UADE).

Es autor de numerosos libros. En ese marco, además de este último ejemplar titulado “Diego desde Adentro”, publicó “Historias insólitas de los Mundiales de fútbol” (2010), “Historias insólitas de los Juegos Olímpicos” (2012),”Historias insólitas del fútbol” (2013), “Doctor y campeón” (Autobiografía de Carlos Bilardo, 2014), “James, nace un crack” (biografía de   James Rodríguez, 2014), “Historias insólitas de la Copa Libertadores” (2015), “Palabras redondas” (2016), entre otros.

 Sus obras fueron publicadas en Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México y Estados Unidos.

BIOGRAFÍA DE FERNANDO MOLINA

Fernando Molina es periodista y técnico en Márketing Deportivo. Fue productor de Diego Maradona en los programas televisivos La noche del Diez y De zurda. También trabajó como su jefe de prensa durante la etapa de Diego como técnico de la selección argentina que compitió en la Eliminatoria y el Mundial de Sudáfrica 2010.

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