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La magia y el arrabal del “Tormo” quedarán plasmados en un mural de sus paredes

La hacedora de esta maravillosa iniciativa es la sobrina de Abel, el dueño del bar, el mítico. Se llama Marisol Giangrandi, quien ya hizo la primera parte de esta obra, que la concluirá en unos días, y que quedará como un símbolo de un espacio popular de los más queridos de Lincoln, ubicado en la estación de trenes.

La magia siempre aparece en el bar “Tormo”. Si no es por su ambiente hogareño, es por una historia encantada contada al son de la guitarra. Casa de encuentro muy querida de Lincoln, el “Torno” y Abel, su dueño, se encuentran en el corazón de lo popular, en otro plano de la realidad de nuestra ciudad, o en el centro de lo mejor de ella. Y eso viene sucediendo desde hace 25 años. Allí, día por día, además de la familia que habitualmente se junta a distenderse en la barra y las mesas (sus clientes habituales de copas y festines), se generan movidas culturales de alta sensibilidad, y eso acontece porque el “Tormo” y Abel se los permiten, ya que, de algún modo, nacieron para eso: para atender, para donar, para ser grandes anfitriones, para generar el lugar de encuentro, la resonancia de la guitarra, las charlas amenas, el espacio para la regeneración mental. Y también emocional.  

Así es el bar “Tormo”. Y, en sus adentros, los símbolos relatan la historia de su semblante, aquellas de humildes mesas, de la larga barra, de adornos vetustos y cuadros pintados a mano, de guitarras y cantos de arrabal, de abridores de vino y de copa dura, de destapadores y de TV en lo alto de la pared para cruzar las piernas, de codos en la madera, y de sonidos nostálgicos entremezclados con la amenidad que despierta la estación de trenes de Lincoln, casi abandonada en su razón de ser, pero poblada por la gente del “Tormo”, de buena gente, de la mejor. Ese es el semblante del bar.

En ese contexto, acoplando las historias simbólicas de su interior, ahora, por el cumpleaños número 25 del bar, sucedido hace apenas unos días, la sobrina de Abel, Marisol Giangrandi, amante de este lugar y de su tío, residiendo en Capital en el presente, donde posee talleres de pintura, se lo ocurrió hacer un mural afuera de este mítico bar. Llamó a Abel, le contó su propuesta y, sin titubear, el señor jovial de la barra le dijo que sí sin dudarlo. Le compró los materiales y, entre ayer y hoy, la artista, su sobrina, se puso el overol de los mágicos e hizo su primera puesta en escena, que evidencia en la pared un artista popular con su acordeón, una mesa, un vaso y una botella. En tanto, debajo del melódico se halla un perro manso, disfrutando tal vez de lo arroja la melodía, o del lugar en general, pues en el “Tormo” se quiere a los perros, se los acaricia. Y a todos los seres en general de un modo u otro. Pues la grandeza allí es grande. Muy grande.

Consultada por “Corazón Amateur”, Marisol contó que, sumada a esta parte del mural, irá anexada una más, que tendrá otro hombre con una guitarra y que la realizará cerca de esta Navidad. “Yo amo el arte, amo a mi tío. Y siempre quise pintar el ‘Tormo’. Y, si pudiera, todo Lincoln. En relación al mural del bar, cuando mi tío me contó que el ‘Tormo’ cumplía 25 años, al toque le dije que quería pintar un mural allí. Se prendió enseguida y me fue a comprar los materiales”.

Vale destacar que Marisol es autodidacta en sus invenciones, que tiene 33 años y que pinta desde los 8 años, y que el lugar donde da sus talleres en Capital, puntualmente en Villa Urquiza, se llama “La casa de Frida”.

Es una circunstancia hermosa la que está aconteciendo con este trabajo de alma, que quedará en los ojos de muchos, principalmente de gente sensible, que es la que va al “Tormo”. Acierto de Marisol, como es un acierto el bar “Tormo”, que en estos instantes está festejando, con una cena, sus 25 años, 25 años de calidez y grandes historias, de las mejores populares.

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