CulturaDestacados

“Juangre” Hauciartz: “El circuito del arte es muy puto”

Ése fue sólo uno de los conceptos que disparó un artista plástico linqueño que evidencia en sus creaciones un estilo muy particular, ecléctico, atomizado entre varias técnicas, poderoso. En ese marco, Juan Gregorio le otorgó una entrevista a “Corazón Amateur” en la que habla de sus formas de invención, de sus influencias, de su relación con Lincoln y respecto a por qué se considera un outsider, entre otros temas.

El arte en Lincoln no paga. Por más que tengamos artistas de gran calidad en nuestro Distrito, la mayoría de ellos no vive de lo que crea. Más bien lo que se hace en esta arista es por amor, por convicción, por natalidad, por gusto, por resonancia de lo que se es. Uno de estos casos es el de Juan Gregorio Hauciartz, quien, en el presente, residiendo en La Plata, posee una obra ecléctica, potente, rasgada con un estilo particular, en el que, atomizado, se evidencian trabajos que pendulan entre el sexto, el amor, la religión, las guerras, la muerte, el infierno y la locura. Con su poder, estas creaciones se han mantenido por años ante la vista de muchos que lo admiran, y que toman como referencia sus creaciones para reforzar la idea de un todo, de la realidad, del hoy y de lo que ha pasado, siempre entre marcas urbanas, entre lo denso de humo de cemento y alguna luz que aparece debés en cuando, que busca alumbrar con pinceladas originales. Luces y sombras arrastran un muerto en ocasiones en el lienzo de “Juangre”, o un niño enalteciendo la magia de una hamaca. O una mujer vintage de antaño, desnuda o acorazada, según el estado de ánimo de este animal del arte, que usa múltiples soportes para mostrar lo que hace y que no puede vender, aunque sí propagar para anunciar un modo de traducir variantes emocionales con peculiaridad, con estilo propio.

En ese sentido, con la curiosidad siempre dispuesta de “Corazón Amateur” sobre estos artistas, Juan Gregorio se prestó a una conversación que sirve para conocer un poco más de cerca a este linqueño que hace años viene mostrando su talento, con hierrealismo también, y con una precisión en sus dibujos que resaltan de manera original, entre muchos otros elementos más de magistralidad.

Juan Gregorio, así, cuenta un poco por qué no puede vender lo que hace, si eso le interesa; cuándo crea, con qué; además de explayarse por su vida en relación con lo cotidiano y a la invención, en dónde se juntan y toman vida, cuál es el punto en donde se unen. Sumado a ello relata detalles que revelan el porqué de sus creaciones, algunos datos que son de importancia para entender un poco más una labor de inventiva que es hermosa y compleja, y que no ha sido propagada aun con el respeto y la admiración que se merece.

A continuación, los rastros de una charla que se ha dado gracias a su generosidad, pues, consultado por este medio, que tiene poco tiempo de vida, se subió a una conversación sin tapujos, en confianza, mostrando la seguridad que se revelan en sus trabajos.

En ese marco, “Juangre” comenzó hablando de su lugar de residencia, que es en La Plata, en donde estudió algunos años en la Facultad de Bellas Artes, aunque no puedo terminar con su carrera. En ese sentido, duro, dijo: “No terminé con la carrera. De todos modos, allí aprendí poco, así que soy bastante autodidacta, podría decir”.

Tras ese concepto, contemplando la genialidad que existe más allá de lo que uno pueda adquirir en una facultad, tantísimos casos lo demuestran, el artista linqueño contestó a las preguntas respecto a cuándo había empezado a dibujar, qué estilos son los que utiliza y para qué le sirve el arte en lo personal, respuestas que, como bien se mencionaba anteriormente, ayudan a entender los mecanismos que enriquecen en parte su trabajo, además de su mente. “Dibujo desde siempre. Uso técnicas tradicionales y digitales, pero básicas. Tengo tecnología bastante precaria. Y creo que los momentos de creación son necesarios para tratar de zafarse un poco de la hostilidad de la rutina. Y para mostrar algo bello; todavía se puede. Rescatar, además, algún momento o sentimiento. Y en relación a las temáticas a las que apunto, son las grandes, temas de historia, de amor, la muerte y la religión. La política… Tengo un archivo de fotos antiguas bastante grande que se fue agrandando mediante recolecciones. Hace tiempo que estoy trabajando con eso y agregándole mi inventiva. El archivo está compuesto por retratos individuales, grupales, gente trabajando en fábricas, o en campos, fotos de guerras mundiales. Imágenes anónimas en su mayoría. Y eso está bueno porque no fueron pensadas. O si no dibujo gente que conozco por este medio”.

Puntualmente, sobre cómo hace sus trabajos artísticos, sus tiempos y procesos, el dibujante linqueño reveló: “Prueba y error. Generalmente, uno arranca algo con mucha expectativa y después necesita tiempo para ver dónde te lleva la obra. Si se recicla o termina ahí mismo. Si concluye en un sticker, un póster o una tela, por qué vale la pena o no. En ese sentido, me ha pasado perder montones de obras por un disco duro que falló, o de tirar muchas cosas o regalar otras tantas. En relación al retrato, es alucinante: traer un rostro donde no lo había y que esa imagen te diga algo. Cada cosa, por más insignificante que parezca, te lleva hacia otros lados. También utilizo la técnica del realismo, sin encerrarme tanto en ella, y caricaturizo también”.

Enlazado a ese concepto, Hauciartz respondió a la consulta respecto a si ha retratado en la calle o de manera privada y si ha podido vender algunas de sus obras. En ese marco manifestó: “Siempre he retratado de manera privada; o en la facultad alguna vez cuando trabajamos con modelos en vivo, pero nada más. En relación a si he podido vender algo, poco y nada. Nunca fui negociante. No sé venderme. Me falta eso. Nunca tuve suerte en concursos o esas cosas, por falta de contactos y simpatía”.

Frente a esa respuesta, de inmediato, la conversación disparó hacia una pregunta convencional pero necesaria para entender algunas cosas de su arte: “De qué vivís”. Y allí apareció una sorpresa ligada a su invención en general. Trabajo en un geriátrico, aunque la mayoría de sus residentes son esquizofrénicos. 150 personas viven allí. En ese lugar convivo con la locura y la muerte, con la sangre y las heces. Allí soy asistente y supervisor. Asisto a los residentes con enfermeros”, expresó.

Y, en ese sentido, consultado respecto cómo había llegado a ese trabajo, contestó: “Tenía que sustentarme. Y, cuando te querés acordar, estás llevando a un tipo para que lo saquen de un paro (cardíaco) o preparando un cuerpo para que venga la funeraria. Es así, es una locura”.

Y cómo incide eso en tu vida y en tu arte, fue la pregunta inmediata. ¿Eso no te desequilibra? Entonces sentenció: “Sí, me desequilibra, pero tengo el arte, que es el que me equilibra. De todos modos es mucha presión, aunque, ojo, no lloro. Es lo que me toca. Peor debe ser laburar en un hospital de niños; yo laburo en un lugar donde la gente ya hizo la mayor parte de su vida. En relación a si incide en mi obra, en realidad profundiza lo que hablábamos anteriormente, las temáticas de mis trabajos. Más allá de eso, está bueno poder ayudar a esa gente”.

Tras ese casi inverosímil relato, que denota un poco el hilo de sus creaciones, “Juangre” habló de Lincoln, en donde nació y vivió por 18 años. En ese contexto, su respuesta fue parecida a muchos que se han ido de nuestra ciudad. “Por ahora no pienso volver a Lincoln. Desde noviembre que no voy. Me bajonea un poco en algún punto ir para allá. No me siento importante. Ni siquiera me gustan los Carnavales. Es raro, pero nunca me sentí parte de Lincoln”.

Llegado a ese punto, siguiendo en la línea de exploración en su trama personal, la consulta fue quién acompaña a Hauciartz en su vida. Y, sobre ese punto –original- declaró: “La religión, la soledad, algún idilio, familia y amigos”.

– “¿Sos católico?”, disparó la pregunta inmediata ante la respuesta de su sentencia de fe.

– “Sí, soy católico. Nada sin dios. Si negás a dios, nada tiene sentido ni nada tiene límites”.

– ¿Y dios influye en tu arte?

– “Influye, por supuesto, aunque no es lo que más lo hace. De todos modos, cuando pula más alguna técnica, voy a hacer obras religiosas”.

– ¿Y dónde ves a dios entre los esquizofrénicos y en las guerras? ¿Sigue estando allí?

– “Si, lo veo porque está en todo. Al fin, todo es una lucha entre el bien y el mal. En ese sentido, si no me importara nada, me hubiese metido en el circuito del arte contemporáneo como sea y estaría justificando mis cosas con textos de autores”.

Luego de esa dinámica parte de la entrevista, “Juangre” volvió sobre sus pasos al ser consultado sobre cuáles son otras formas que utiliza para elaborar sus creaciones, sus métodos anteriores de invención, algunos actuales y los que le gustaría mejorar. En ese marco respondió: “Trato de ser porfiado. Tenía enciclopedias y recortes de todo tipo. Folios llenos. Y, en realidad, no tengo una técnica preferida. Eso es un problema porque no termino de pulir o llevar al extremo ninguna. De todos modos, me gusta variar, y tengo deseos de aprender más sobre óleo, que es lo más difícil. Es muy difícil. De hecho, a veces es un parto (risas)”.

También Juan Gregorio respondió a la consulta respecto a si visitaba muestras y si había expuesto en alguna de ellas; y qué observa en el mundo del arte en el presente. Entonces, duro otra vez, dijo: “Sólo como espectador si voy a alguna. Y soy bastante crítico cuando las visito. Hay pocas cosas rescatables, me parece. Se premia el boludeo. Lo sé porque he pasado de estar seleccionado en algún concurso y ver los ganadores, ¡y mamita querida! Y digo eso no porque lo mío sea mejor o algo así, pero te das cuenta que los criterios dejan bastante que desear. El circuito del arte es muy puto. Teniendo contactos, siendo políticamente correcto o siguiendo modas, podés llegar a algo. Y yo soy un outsider, mi meta es mejorar. En fin, el arte es un reflejo y estamos jodidos como sociedad. Entonces hay muy pocas cosas rescatables”.

Finalmente, Juan contó cuáles son sus referentes artísticos. En ese contexto enumeró: “Los grandes maestros de la historia del arte. Y de Lincoln me gusta Alberto Brisotti y, por supuesto, mi primo Leandro Fioretta. La familia primero (risas)”. 

Volver al botón superior