CulturaDestacados

Ezequiel Tujague cuenta con su pluma qué pasa en el “Patio de Casa”, un lugar de propagación y encuentro

Ezequiel Tujague, linqueño actor, escritor y con una gran oratoria para describir y propagar eventos culturales de Lincoln, además de interceder en ellos, con el fin de poner de manifiesto a literatos locales, teatreros y a todo lo que se evidencie como belleza conceptual, esta vez divulga, con mucha emoción y originalidad, lo que sucedió en el último episodio de la reconocida propuesta denominada el “Patio de Casa”, que se llevó a cabo en la morada de los recocidos artistas multifacéticos Fernanda Martínez y Ludovico Fonda, dos personas que, además de ser enormes seres y grande artistas, se encargan de armar escenarios para que nuestras creaciones locales tengan un lugar de visualización y desarrollo, en el marco una propuesta maravillosa, sin dudas para copiar.

Ellos ponen su casa para que nuestro arte se vea. Y eso es algo digno de resaltar. Además, los shows que entran a la luz de la realidad se encuentran a cargo de artistas que se toman la creación como una forma de vida, como lo encarnado, una arista que Ezequiel sabe, y muy bien. Y por eso ha hecho el texto que te proponemos a continuación. Como una esponja, admirando y contando, Tujague recorre los ambientes de creación para que no queden en el tintero de un solo lugar. Y lo hace de manera magistral, con una pluma exquisita y humilde, lo que genera un habla en el papel sin casset, sin titubeos de admiración. Por eso, “Corazón Amateur replica sus conceptos, su mirada aguda y honesta de la última velada en la casa de “Fer” y Ludo, en la que entraron en escena, para suerte de los presentes, dos grosos del teatro de títeres, Julia Sigliano y Manuel Mansilla, junto a sus compañeros títeres, genialidades que parece que tienen vida propia. Y eso se debe al trabajo de años que estos genios vienen realizando. Genios de verdad, como Fernanda Julia, Ezequiel y Manuel, y todo los que por allí han pasado, que son ya muchísimos.

Adelante. Pase y lea.

/////////////////////////

UN CÓCTEL QUE ASFIXIA 

¡Cuánta energía teatrera para empezar el 2020!

Viejos nuevos amiguxs artistas llenando el Patio de Casa con toda la magia de los títeres y la labor actoral. Una noche de amigos y amigas para la gran concurrencia que se dio en ese patio de una casa linqueña. Ahí, sí, en el patio…, debajo de dos frondosos árboles y la luna inmaculada haciendo lo suyo allá atrás, arriba del teloncito teatrero titiritero negro. 

El clima de aliado: chau nubes negras, bye bye, wheather channel, adiós errado pronóstico de lluvias, chau porcentajes. ¡Afuera!  

Afuera, al aire libre, para que suceda lo que tiene que suceder: teatro en el “Patio de casa”. 

Festejando los cinco años de este lugar tan especial. Tan especiales, esa familia entera abrazando al que se atreve. Ellos y Ellas se atreven: se nota en la familiaridad, en tanta hospitalidad de animarse a recibir al visitante en un lugar cálido, cercano y alegre. Lleno de luz y sonrisas. Festejo del convite. Ludovico, que esta vez va de asador parrillero y lleva delantal hecho con el amor de su madre. Fernanda es la primera dama hacedora, que está en los detalles y recibe a lxs espectadores. 

Y las mellis, infantes llenas de ganas de jugar la vida. Querida familia que tanto me recibe en semanas de proyectos. Con Alejo me siento en unos sillones con almohadones para pronosticar la linda velada que se avecina.

Sigan. Sigamos así y más.  ¿Se entiende cómo es? 

Un patio, una flia, una propuesta creativa y cultural. Y que ocurra. Sin milagros.

Cuatro paños de alfombra arrancadas de un cuarto de suegros hacen de escenario de jerarquía. Y unas sillas blancas de plástico en media luna hacen de platea pullman. Así, como empezó todo en Grecia. Los griegos haciendo teatro en esos anfiteatros… El semicírculo y ahí cerca, cerquita, los actores.

“Así empezó todo, querido”, me dice el escritor y compañero de Comunicación Social, el galán Agustín Scarpelli. En media ronda. Y los actores dándolo todo ahí adelante, me dice, y sentencia una premisa que ya es conclusión. Estamos en un patio griego a 320 kilómetros de la capitalidad porteña. Y está por suceder. 

Ahí adelante, lo que nos convoca. El teatro de títeres para adolescentes y adultos. En cuerpo y alma de dos que no paran. Julia Sigliano, una artista oriunda de esta ciudad, hija de Gidi, que siempre está y que hoy hará estremecer a más de uno; y una cara forastera pero que ya es conocida para el público local, un artista nato, todoterreno, que vive y respira teatro, un tal Manuel Mansilla. Ambos con sus creaciones y personajes son el centro de la escena que se despliega en el patio.

Hay aplausos. De recibimiento.

Y de inmediato entra en escena la “Titi”, una niña que anda de las manos de Julia, por todo el pueblo, con su desfachatez infante y su despojado lenguaje. La “Titi” te dice lo que tiene que decir sin tapujos y arremete y no es superficial como una Barbie. La “Titi” sale airosa de situaciones donde los adultos, quizá nos hacemos un pantano. Y es su mirada infante la que dice lo que ve de sus seres queridos. Su padre, una larva hecha mariposa y una madre que no para de usar su celular touch último modelo. Siempre buscando la mirada del adulto. Buscando y demandando todo. Requiere atención. Y lo logra. Imposible no atenderla.

Hasta abrazarte, “Titi”.

Rompe el hielo y distiende a un público que se empieza a soltar y a reír, y que responde con pura carcajada. 

“Manu” Mansilla y su títere “Luis” entran en acción. Desde hace quince años vienen andando juntos. Hay una confianza basada en muchas presentaciones y viajes donde ambos fueron construyendo una relación cómplice de amistad. Pero con ciertas tensiones que “Luis” irá planteando, cansado un poco de ese andar, contrariado a veces con contradicciones existenciales tan humanas. Plantándose su libertad y su no participación en el espectáculo.

“Luis” y su libertad. Sus deseos humanos tan reales que se estrellan en segundos cuando Manuel le da pistas para que él comprenda su identidad de títere. Y van, en esa relación íntima, compartiendo sus sentimientos y sus vivencias. Sus palos mundanos que atan la libertad para condicionarla.

¿De qué nos atamos? ¿Por temor a algo? Y si nos desatamos, ¿qué hacemos con la libertad de vivir? ¿Somos reales y libres? 

Piénselo, Sr. Piénselo, Sra. 

Deja la idea, pero no hay mucho tiempo para pensarlo porque se va “Manu” y “Luis”, y aparece Julia y un hombrecito, “Demetri”, bailando un tema de Roberto Carlos “Cama y mesa”. Escuchen ese tema. El amor gigante que traga todo. Una dieta donde todo se concentra muchísimo. Y cuando todo queda concentrado…, sonamos. Cagamos. Hasta en el amor. 

Es tan adecuado, tan justo ese tema. Tan certero. Encuadra lo que de entrada se percibe. Se ve que “Demetri” es uno de esos machos encaradores, machito que domina. Que fuerza y provoca a su favor. Que no espera un “ok”. Esos tipos que avanzan sin preguntar. Y que se creen con derecho todo sobre la otra. Sobre las mujeres y su entorno. Ya asfixiando. Asfixia de entrada, desde ese baile. Increíblemente nos reímos de esa mano que insiste en bajar más abajo de la cintura. Insiste y lo sacan. Insiste y otra vez, y así. ¿De qué nos reímos? ¿Fuimos así? ¿Seguimos siendo eso? ¿Lo son nuestros hijxs? Recuerdo asaltos a los 15 años donde había que tratar de llegar con la mano a esa nalga ajena en el momento de los lentos. Qué mandato de mierda. 

En fin. De entradita Julia te pone en situación. Es un baile y luego dos sillas, ahí al lado, para descansar y pensar y charlar. Y ahí es cuando vemos el accionar de “Demetri”. Que todo lo abarca. Insoportable, y ella, tan linda, de blanco con impecable maquillaje y su tímida, pero bella sonrisa. Una sonrisa que empieza a ser incómoda. 

Incomodidad. 

“Demetri” incomoda y no le importa. No le importa nada. Sólo su accionar, su decir, su pensar.  Su. Su. Su. Y esa mujer que ya es objeto para volverse sólo cuerpo manejable.

¡Uffff! Asfixia. Qué gran trabajo de Julia Sigliano. Trabajo corporal. Excelente. Todo súper real. Dos personajes y sólo Julia poniendo todo. Nos mete en situación y no nos suelta más. Nos asfixia. Merecidamente.

Para pensar. Un poco. ¿Cómo somos?

Uffff. Asfixia. 

Y para cerrar la noche, Julia que quiere cantar y su siempre metida abuela “Nely” que la interrumpe. Buscándola. Hablando con sus prejuicios y sus opiniones tan tradicionales en una caracterización que nos hace reír. 

Ahí están Manuel y Julia, Julia y Manuel, en un cierre con improvisación, con el patio festejando la risa y el encuentro. 

“Nely” llama a Ludo y a “Fer”.  Esa imagen cierra la noche del “Patio de casa”. 

Dos parejas de amiguxs que creen que el cóctel de asfixia que necesitamos es de puro arte.

Fernanda, Ludovico, Manuel y Julia.
Ezequiel Tujague.
Volver al botón superior