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Fernando Signorini, sin anestesia

El profesor oriundo de Lincoln brindó una magistral entrevista en la que habla de variados temas, entre ellos, las diferencias conceptuales en la aplicación de conocimientos en el fútbol entre Bilardo y Menotti, el fútbol argentino, la tecnología aplicada en la disciplina, Maradona y el proyecto Ligas Villeras, con el que está comprometido. Pase y lea.

Al profesor de Lincoln casi siempre se lo simboliza como prestigioso en su oficio, y es cierto, aunque muy pocas veces se lo hace por su saber general, por su larga formación intelectual, por sus conceptos profundos a la hora de analizar realidades particulares, o la realidad global, una tarea a la que no le teme y que no le pesa, y a la que aborda con cierto grado de escepticismo en sus testimonios frente a muchas banalidades del presente, entre el individualismo y el mal uso del poder, frente a la desinformación y los desmesurados nacionalismos.

Una batería de elementos tiene Signorini a la hora de hablar. Defensor de la igualdad, ante todo, y de los instrumentos que aporten para el conocimiento. Así es en su oficio: entrena a los jugadores, pero no sólo a sus cuerpos, sino también a sus mentes. Literatura, música, historia y autores fundamentales son los elementos que lo seducen, además del deseo de trasladarlos, especialmente a los deportistas, una arista primordial entre sus fundamentos a la hora de trabajar.

Fernando mantiene una manera de vivir decididamente clara en sus conceptos. No titubea al momento de decir sus verdades, asentadas bajo la órbita de años de lectura y vivencia junto a personas de gran prestigio mental y emocional, de donación y la solidaridad, como lo es él.

En este caso, para el medio “Sin anestesia”, el profesor oriundo de Lincoln -con una vasta carrera en su haber profesional, con labores consumadas de prestigio dentro de este deporte, que las comenzó en el año 1972 y que se destacar por haber sido preparador físico de futbolistas de la talla de Maradona, Messi, Mascherano, Riquelme, Tévez, Milito, Agüero, Cambiasso, entre otros, además de haber participado, de diferentes maneras protagónicas, en los Mundiales de fútbol de los años 1986, 1990, 1994 y 2010, pone de manifiesto su inteligencia y valores frente a preguntas que son acertadas en relación a lo que se puede aprovechar de sus conocimientos y experiencias. Pase y lea.

NOTA BRINDADA POR SIGNORINI A “SIN ANESTESIA”

“Menotti le hizo mucho daño a los mediocres”

Leí alguna vez que no fue siempre el mismo profesor, que allá por 1983 dejó de lado un poco la teoría…

– La evolución es una de las características más preciadas en el ser humano. Yo, en un principio, era producto de las enseñanzas que había recibido, pero, cuando pude empezar a recorrer el mundo del fútbol y comprendí cuál era la problemática del jugador y los secretos del juego, fui cambiando. Dejé atrás métodos arcaicos que poco y nada tenían que ver con el fútbol. Claro, tuve la suerte también de haber asistido a una especie de Harvard con profesores como “un tal” Maradona, Menotti, el doctor Oliva, Ángel Cappa, Alfredo Di Stéfano, el “Cabezón” Sívori… Y, sí. Tuve que rehacer prácticamente todo mi pensamiento acerca del entrenamiento del jugador de fútbol.

Trabajó con los dos directores técnicos campeones del mundo. ¿Qué diferencias había entre los entrenamientos de Menotti y Bilardo?

– Los entrenamientos eran similares. Lo que pasa es que Menotti es un tipo nacido con una condición muy especial que sólo está reservada a los grandes pedagogos, que, con pocas palabras, dicen muchas cosas. Además, para César el fútbol no representaba lo que era para Carlos. Creo que ahí radica la gran diferencia entre ellos: la concepción ética. Menotti siempre repetía que ganar era importante, pero mucho más importante eran los medios que se utilizaban para llegar a ese fin. A Carlos, en cambio, los medios no le importaban. Él privilegiaba el fin. Bilardo era un obsesivo que vivía pura y exclusivamente para el fútbol. En cambio, César tenía y tiene otro tipo de inquietudes y curiosidades ligadas a hechos artísticos, a la política…

Desde lo conceptual, ¿Menotti fue uno de los mejores entrenadores de la historia?

– De los que yo conocí sí. Y, por mucha diferencia, desde el punto de vista conceptual fue el mejor, fue un tocado por la varita. Siempre destacó eso de que, con pocas palabras, le hacía entender al jugador cosas que durante años no había descubierto o no se las habían dicho. Y tiene, fundamentalmente, esa gran capacidad de mejorar al jugador, que es la verdadera tarea del entrenador. Y los jugadores son los primeros en reconocer esa enorme capacidad.

Muchos, para desprestigiar a César, dicen que el partido con Perú fue comprado, y otros (o los mismos) hablan del “fracaso” de Argentina en el ‘82. ¿Qué reflexión hace al respecto?

– Menotti le hizo mucho daño a los mediocres, a los que sabían que no se podían sentar en una mesa a discutir con él porque no podían ni abrir la boca. Todavía hoy se ve que va a un programa de TV y tienen miedo de preguntarle por temor a hacer el ridículo. Son francotiradores que viven escondiéndose en el agravio gratuito, sin fundamentos… Que traigan pruebas del partido con Perú. El tiro en el palo y la que salió apenas al lado del palo derecho de Fillol con el partido 0 a 0, ¿también estaría arreglado? No sé adónde quieren llegar… Lo de España yo no lo llamo fracaso. Fracaso es que haya chicos que se mueren de hambre y a estos tipos no les importa nada. Ganar no es una obligación sino una posibilidad. Argentina tenía un buen equipo, pero, en la historia de los mundiales, salvo Brasil (‘58 y ‘62), ninguna Selección ganó dos copas del mundo seguidas. ¿Por qué tenía que hacerlo Argentina? Cuando uno se eleva por sobre la mediocridad, atenta contra ella y, por eso, es ferozmente castigado por los miserables de siempre.

¿Cómo fue que consiguió trabajar con Diego a partir de su viaje a Europa en 1983?

– Con Diego se dio que sufrió esa gravísima lesión (fractura de tobillo) y, como ya había una relación cercana, comencé a ayudarlo y un día me propuso que me pusiera a trabajar como su preparador físico personal, algo que hasta ese momento no existía en el fútbol. Me dijo que iba a necesitar una vigilancia más cercana debido a este problema. Esto me ayudó para seguir aprendiendo y cambiando la manera de enfocar el sistema de entrenamiento para jugadores.

¿En el mundial de 1994, a Diego le tendieron una cama?

– Lo del ‘94 quedará en el misterio absoluto porque el que tendría que dar cuenta ya no está. Pero creo que sí, que hubo una instrumentalización solapada para asegurar la presencia de Diego en el mundial del ’94, para después no dejarlo seguir avanzando, ni a él ni a Argentina, que era un equipo potentísimo. En una competencia de nivel mundial, cuando hay una delegación que presenta un jugador en condiciones antirreglamentarias, el jugador vuelve castigado, pero, ¿y los integrantes de la federación no? En este caso, no sólo que extrañamente no condenaron a ninguno, sino que el presidente de esa federación que había presentado a ese jugador en condiciones antirreglamentarias, pasó a ser el vicepresidente de FIFA y el presidente de la Comisión de Finanzas sin saber ni hablar inglés… Da para dudar, ¿no?

En el ambiente deportivo no sé cuántos conocen a Diego como usted. ¿Quién es Maradona?

– Maradona es el personaje que Diego tuvo que crear para hacer frente a todo lo que se exigía de él. Él más que nadie sabía que no había nacido para ser ejemplo de nadie y lo expresó en más de una ocasión. En todo caso era un símbolo. Pero los mismos que lo ignoraron y despreciaron como a tantos jugadores que salen de condiciones tan humildes, fueron cambiando… Ningún presidente fue a Fiorito a golpearle la puerta a doña Tota y a don Diego para ver si necesitaban algo en aquellos momentos; ningún Papa lo invitó a él y a sus padres para ir al Vaticano… Ahora, después, cuando gracias a su genio se transformó en lo que se transformó, tenía que ser políticamente correcto, porque, de lo contrario, el poder no te perdona. Pero, como decía Oscar Wilde, “Una de las mayores virtudes del ser humano es la rebeldía frente a la injusticia”. Bueno, en Diego el poder encontró una piedra en el zapato, porque él jamás renunció a su condición de clase y siempre, desde su lugar de jugador de fútbol, defendió a sus compañeros y, por consiguiente, al fútbol.

El crecimiento de la Liga mexicana, donde usted trabajó, ¿se debió entrenadores argentinos?

– Hubo varios entrenadores que dejaron su sello y son tremendamente reconocidos en México. Menotti, La Volpe y Bielsa son el claro ejemplo de lo que digo.

Hábleme del proyecto de Ligas Villeras.

– El proyecto nace como una imprescindible necesidad de tener a un equipo que compita en los campeonatos de AFA para que todos los chicos que nacen en esos lugares, tengan la posibilidad o a través de ellos, que los barrios puedan recibir lo que producen. Porque nada le tocó a Fiorito de lo que produjo Diego, nada a Pacheco de lo de Riquelme, nada a Fuerte Apache de Carlitos ni a Villa Itati del “Kun”, y así con cientos y cientos de los mejores jugadores que dio el fútbol argentino. Pero, además, también la idea es ayudar a los que no pueden concretar su sueño en el fútbol. Que estudien en escuelas de oficio para que no sientan esa frustración o ese futuro negro si se les saca el fútbol como proyecto de vida. Y más adelante se verá para becar a los mejores para que lleguen a la universidad y así desmentir lo que dijo la ex Gobernadora de la provincia de Buenos Aires, cuando expresó ante directivos de la sociedad rural y empresarios que “para qué iban a construir universidades si los pobres no llegan”.

Siempre sostuve que la mayoría, para ser generoso, de las Escuelitas de fútbol, a la inversa de lo que sucedía con los potreros, dificulta, entorpece… ¿Cuál es opinión al respecto?

– No hay que generalizar. Hay escuelas de fútbol que funcionan bien y se protege a los chicos; los hacen crecer. Eso sí, son las menos. Porque hay una gran intoxicación conceptual desde hace mucho tiempo. Se cree que más es mejor y, así, muchas veces se pierde la esencia de lo que realmente representa el fútbol, que es el más democrático y el más generoso de todos los deportes. Porque la gran mayoría de los jugadores de fútbol no habría podido ser otra cosa que futbolistas o boxeadores dentro del ámbito del deporte. No habrían podido ser atletas, tampoco jugadores de polo, muy pocos hubieran llegado en el rugby, muchos menos al vóley; la gran mayoría de los futbolistas más destacados no pasa el metro setenta… Si no existen más los potreros en las escuelas, se debería recrear todo lo que se hacía en el potrero, sin olvidar que el mejor maestro para el aprendizaje del fútbol es, sin dudas, el juego, como bien lo sostiene Rubén Rossi. Ahora hay una corriente alentadora con la llegada de Aimar, Placente y los muchachos de la Selección que creo van por otro camino y, entonces, hay esperanzas que hasta hace poco tiempo no se vislumbraban.

En esta lo invito a imaginar a jugar…. Hacemos usted y yo pan y queso en el potrero, usted gana, y están para ser elegidos Diego y Messi. ¿A quién elige y por qué?

– No. En ese pan y queso no elijo a ninguno de los dos. Te dejo que vos elijas primero; a mí siempre me gusta estar al lado del más débil…

¿Qué aporte hacen en el fútbol actual los drones, GPS y paracaídas?

– Creo que la irrupción masiva de la tecnología en el fútbol está para hacerle más daño, para privilegiar más el negocio, la confusión… Jugadores como Garrincha, Houseman, Di Stéfano y Moreno, ¿qué jugadores habrían sido con GPS, drones y paracaídas?

¿Cómo ve el futuro del fútbol argentino?

– El futuro del fútbol argentino está ligado al futuro de la sociedad argentina. Si no cambia la sociedad, no cambiará el fútbol. Eso sí, creo que, en la mesa de decisiones del fútbol argentino, habría que contar con futbolistas. Que ellos opinen y puedan decidir. Es extraño. Debe ser una de las pocas ocupaciones en el mundo donde los principales actores, a la hora de tomar medidas, no tienen ningún tipo de participación.

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