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“Hoy, Rojo”, por Ezequiel Tujague

Rivadavia y El Linqueño están en la segunda ronda del torneo Federación y uno de los columnistas de Corazón Amateur relata la vivencia, con el estilo de su pluma, del partido emocionante de vuelta de octavos de final entre Rivadavia de Lincoln y la Academia Javier Mascherano que se jugó el jueves pasado. Es una mirada refrescante, descontracturada de ver el fútbol local, como siempre propone el cronista linqueño Tujague a la hora de ponerse a escribir.

Ha vuelto el fútbol después de tanto tiempo. Volvieron las Ligas locales y cada equipo ha vuelto a renacer en su esencia de ser: jugando fútbol. Jugando a la pelota. Ahora, además de entrenar, se juega por los puntos.

Y el detalle de este regreso es que está el público presente. En Lincoln, el pueblo futbolero volvió a respirar en vivo su pasión dominguera.

Aunque, esta vez, la ciudad vibró en la semana con encuentros definitorios. Esos que implican definición en el que uno sigue y otro queda afuera. El Torneo Federal Bonaerense Pampeano propone esto: cruces de ida y vuelta, con cuadros desde octavos de final para que dos equipos jueguen la final, y uno, solamente un equipo, acceda a la posibilidad de jugar el Regional Federal Amateur 2021-2022. Si bien mucho no entendemos de este sistema, sí entendemos que es fútbol, que es por los puntos y el que gana avanza. Eso le da a cada partido su tremenda singularidad. Hay que ganar y avanzar. Los empates se definen por penales. Siempre se avanza o se queda ahí, en la derrota que te deja fuera de competencia.

Instancias de definición, que suelen darse en la Federal, Copa Argentina, por ejemplo, que equipos de Lincoln como El Linqueño y Rivadavia han sabido jugar. De hecho, los clásicos anteriores a la última seguidilla de enfrentamientos por el Regional, fueron, si no recuerdo mal, por la Copa Argentina.

Usted me entiende, esta semana se definen los pases a la siguiente ronda. Ahí están los dos grandes de la ciudad haciendo su camino. CAEL venía de perder 0-2 con Colonial de Ferré y parecía duro dar vuelta ese resultado, pero el “León” y el apoyo de su público local lo lograron. 2-0 arriba y penales. El pueblo del Albiazul volvió a vibrar con las emociones más profundas que estas definiciones traen. Después de festejar el triunfo de 2 a 0 tuvieron que seguir alentando y gritando y apoyando para que los penales entren y así consolidar el paso a la próxima fase. La tenía complicada el CAEL, pero sacó chapa y lo logró. Las apuestas y pronósticos lo daban complicado, pero el “León”, merecidamente lo ha logrado. Sigue en carrera. ¿Se cruzará con el clásico rival?

El jueves a la tardecita, con la primavera recién llegada, Rivadavia en su complejo recibía a la Academia Mascherano, equipo reciente de Lincoln que ha armado una linda propuesta para jugadores de la zona y que participa por vez primera en estos desafíos federales.

El partido de ida había sido ganado por el Rojo 2-1, con lo cual las chances de avanzar del Albirrojo parecían claras, teniendo en cuenta también la localía y el apoyo de su gente. Pero en fútbol nunca se sabe.

En el fútbol, como en el amor, todo puede suceder. ¿No le parece? Lo inesperado puede hacer crujir lo premeditado, lo seguro, lo probable. Por eso, y por otras cosas más, se vuelve apasionante ir a la cancha a ver a tu equipo. No a cualquier equipo, sino al tuyo. A tu amor en colores.

El jueves, Rivadavia se volvió primavera. La noche impecable, aunque luego refrescara un poco, daba un marco de cancha acogedor.

Viniendo desde el campo, varias luces relucían desde el descampado. Las nuevas luces de la cancha de hockey, más las del tenis, más los focos del “Viejo Boliche”, más las luces del estadio… Luces y más luces para iluminar la acción de un partido de fútbol. Es que son recientes estas luces en este hermoso estadio y hoy son una realidad que sigue vigente. Que no se apaga.

Luz, luz, acción.

Rivadavia, de arranque, se plantó a dominar el partido. A jugar en campo de ellos. De los Academia Mascherano, con indumentaria negra similar a los All Blacks, que aguantaban los embates y desbordes del equipo local.

Hay muchas formas y lugares para ver un partido. Hoy (por el jueves) vengo acreditado de periodista, tomo notas en una libretita mínima que uso para apuntes de viaje. Hoy, el viaje es futbolero en color rojo y blanco. Veo la relevancia de cada jugada, de cada intento.

Estoy abajo de las cabinas de periodistas, adentro del campo de juego. Veo cómo lxs fotorreporteros registran cada instante. Veo al DT de Rivadavia. Lo sigo, lo miro, me detengo en él. Funes es un DT joven, que va de sport, con gorra. Él ordena al equipo. Lo ordena desde atrás, desde la defensa. Marca los relevos, ajusta un par de cosas y ya mira cómo su mediocampo arma juego, lateraliza la pelota y cómo el “10” empieza a penetrar y a ser incómodo para los defensores negros. En una jugada de disputa, el “7” titular de Rivadavia, joven Gero, sufre un golpe durísimo en la rodilla derecha, queda resentido y ya, en una jugada fuerte, su rodilla pide el cambio. Es momento de reemplazar al joven “7” que venía siendo movedizo e insistidor. El momento llega para Gonzalo García. “Gonza, es tu noche”, le grito, dando aliento y sacándome del lugar objetivo de prensa. Casi que soy un prensa partidario. Y sí… Luego, una colega fotógrafa me indica que haga silencio, que aquí, silencio.

Vuelvo a la calma del mirar cercano. Gonza ya está haciendo de la noche, su noche. Le di aliento como quien cree que puede colaborar en el buen desempeño del jugador.

Uno es futbolero. Cree en esto vio.

Tiro de esquina para Rivadavia. El DT Funes en cuclillas, expectante. Viene el centro al primer palo y aparece Lautaro Villegas en una maniobra exquisita desde el primer palo para colocar la bola al segundo palo del arquero y romper el griterío del gallinero. El “Coliseo” se viste de fiesta y ya festeja la ventaja. En la cancha se vio clarito. Para mí fue un cabezazo, pero parece que fue de media chilena, de volea. En fin. Un golazo. Por la definición rápida, por el lugar que busco es balón para meterse en la red.

Funes en cuclillas, saltó y cabeceo y gritó el gol dándose vuelta y mirándome como diciéndome: “Goollllll pibe prensa. Golllllllll”.

Me miró y lo miré. Dos desconocidos festejando el hito futbolero.

Empiezan a llegar opciones para los delanteros del Rojo. Lo tuvo el “9”, cruzado al palo derecho. Rivadavia se vuelve vertical en cada ataque. Queda mano a mano con el arquero. Hay un posible penal para Rivadavia que no es sancionado.

Guille Suárez desde las cabinas de periodistas toma mate a lo Riquelme y lo vive dando indicaciones tácticas. Comenta. Pide acciones a sus compañeros. Toma mate y mira. Parece disfrutar.

Quienes disfrutamos somos todxs los que vinimos esta noche: en otro ataque, le queda la pelota afuera del área a Gonza García, y el pibe de la noche destacada, la clava abajo, al palo izquierdo del arquero. Festeja. Festeja todo el estadio. Lo festeja Gonza, que se lo merece. Por su tenacidad, por su permanente búsqueda. Por correr. Por estar. Por querer ser. Por estar aquí, dándonos esta alegría. Los pibes de acá. De rojo y blanco.

Rivadavia saca una ventaja que le da calma para el segundo tiempo.

El entretiempo es silencio. No hay música, no está la histórica voz del estadio de Ever Montenegro. Los choris son arrasados. No hay más. En escasos diez minutos, no hay más chori. Hidratamos con una gaseosa y nos regalan unos girasoles de cancha.

Estamos listos para los segundos 45 minutos. Escupimos girasoles. Nos movemos para sacarnos la refrescada de septiembre.

El segundo tiempo es más situaciones de gol para Rivadavia. Tanto que, en un momento, casi anticipo el grito de gol. Noto mi desubicado entusiasmo, prematuro, digamos. Que nadie, por suerte, escucha.

Así va el segundo tiempo. Con Rivadavia avanzado y atacando sobre el arco que da a las canchas de tenis.

Pero la Academia va a tener sus chances y las va a saber hacer valer.

Un tiro libre muy bien ejecutado por el zurdo lateral izquierdo da en el palo. El arquero miraba.

Luego, un penal, defensor que llega tarde y gol. Y después, sobre el final, un mal rechazo, un pifie en un rechazo y el aprovechamiento de ese regalito para meter en segundo gol sobre el final del partido.

Empate.

Pasa Rivadavia.

Que pide pista, que quiere ser protagonista.

Ojalá ambos equipos de Lincoln continúen en la senda del triunfo y nos regalen un posible desafío de cruce. Después de tanta pandemia y tanto aislamiento, los abrazos de gol han vuelto y piden más protagonismo.

Foto: Facebook “Club Rivadavia de Lincoln”.

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