“La intemperie es siempre”, detalles de una genial obra teatral linqueña en la pluma de Ezequiel Tujague
“La intemperie siempre”, detalles de una obra teatral linqueña en la pluma de Ezequiel Tujague
Ensayar y luego poner de manifiesto una obra teatral pensada por el artista linqueño Ludovico Fonda. Ésa esa era la expectativa que se habían trazado tres creadores de nuestra ciudad en agosto del 2019, con todas complejidades que podrían desprenderse de un texto inventado por un autor de las características de “Ludo”, profundo y pretencioso siempre a la hora de tomar y exponer su pluma.
Los tres se convencieron de que podrían llevar adelante, con estilo, “La Intemperie es siempre”, una obra magistral nuestra que no sólo tiene la magia que le da Ludovico a sus invenciones, sino la de sus actores, Ezequiel Tujaque y Marcia Giménez, dos teatreros que son de los buenos y que, sin titubeos, decidieron protagonizar una puesta en escena dramática, lírica, sensible, provocadora, de despojos y decisiones, de amor, bien pensada, actual, la cual tenía fecha de estreno en abril del 2020, en el marco del Festival Internacional de Teatro que se iba a realizar en nuestra ciudad, pero que, por la pandemia, debió suspenderse.
Sin embargo, el convencimiento, las ganas, el ensayo riguroso y el ferviente deseo de que esta pieza vea la luz, llevó a sus actores y autor a estrenarla a fines del 2020, en diciembre puntualmente. Allí comenzó, con pocas personas invitadas por la intempestiva pandemia, en lugares pequeños, bajo estrictos protocolos, a rodar la pieza. Fue primero en un garaje, luego en un pequeño espacio teatral improvisado, para después, hace apenas unos días, ponerse en evidencia en Junín.
De este viaje y puesta en escena mágica habla uno de sus protagonistas, Ezequiel, columnista de este medio, quien, con su puño de descripción detallado, hace una obra paralela a la que él es parte fundamental. Tujague no deja pasar estas experiencias maestras sin pensar en cómo relatarlas. Es cronista, finito a la hora de contar sus historias, as del detalle. En este caso de un trabajo genial que verá una nueva escena nada más y nada menos que en Buenos Aires, en el teatro “El Tinglado”, los días 16 y 17 de febrero, instancia en la que, sin dudas, los tres, propondrán el talento que tiene cada uno, que, mezclados, han conformado una labor artística que no puede dejar de verse, y que tendrá, en poco tiempo, cuando la pandemia lo permita, su rodaje en Lincoln, seguramente en la casa cultural linqueña GIDI.
RELATO DE EZEQUIEL DE “LA INTEMPERIE SIEMPRE” EN JUNÍN
El pasado sábado 23 del corriente estuvimos en viaje. “La Intemperie siempre” esa obra teatral muy de acá, empezó a mostrarse por fuera del Distrito. Salimos del partido de Lincoln. Junín fue el primer zarpazo. Ya nos detendremos en por qué Junín.
Con la fragua de enero arrancamos los tres: Marcia Giménez, la chica Fonda; Fonda, director y escritor de la obra; y yo, uno que se anima de actor. Emocionante es caminar y desandar lo que viene con ellxs. Ella y él…
Y demás amigas y amigos que empiezan a cruzarse en ese camino intempérico. Estamos andando.
Nos llenó de sorpresa llegar a la rotonda y salir con destino. Salir. Después de tanto tiempo. Casi un año aquí. Guardados, pero no oxidados. Nuestra obra entra en una valija vieja, pues es equipaje de mano. Y aspira a Ser en cualquier escenario. Todo puede ser escenario. Se entiende, ¿no?
Ya el acceso Hipólito Yrigoyen parecía travesía. Terreno conocido pero olvidado. Es que no salimos a caminar por allí. Llegamos a las vías y ahí nos enamoramos de esos rieles que nos desvían.
Desviados.
El viaje en auto es rápido. Es casi un suspiro. Ludovico nos da unas miradas del último ensayo. Le dice a “Mar” que el tono de su escena y los movimientos tales están buenos y que tal cosa y tal otra. A mí me canta una canción que aún sigo practicando…, el tono, la acentuación.
Lo escucho y pienso qué bueno cómo cada quien asume su rol y ahí está el director con su humor atrevido, pero con su coherencia teatral y su eje intempérico. Tomamos unos mates con torta de nuestra amiga que cumplió años días atrás. Apagamos el aire acondicionado. Fonda dice que le daña. Me gusta esas personas que no son fundamentalistas del aire acondicionado. Estamos bien. Sin aire condicionando. Circula el aire caliente de enero. Apenas bajás las ventanillas, se respira la pampa. Nosotrxs somos esto. Somos esas llanuras, con esos campos verdes, esas estancias ajenas y ese horizonte. Somos al andar. Con teatro.
En 32 minutos estamos entrando a Junín.
Un suspiro.
Estuve todo el viaje mirando el termómetro de temperatura. Casi supera los 90. El día anterior, el radiador fue cambiado. Por eso estoy atento a eso. Y al verde amarillento que parece incendiarse y pedir la bendita agua.
Llegamos.
Entramos. Vamos a “La Casa del Pueblo”. Todo con mayúsculas. “Casa” y “Pueblo”. Suena bien. Pellegrini 76. Pleno centro juninense. No es en los barrios proletarios o suburbanos de la ciudad de Sarmiento campeón. Es pleno centro. Es la casa sede del Partido Socialista. Una cadena con candado que se abre para acogernos.
Aunque no hubo ningún compañero de ese histórico Partido. ¿O sí?
Faltaron lxs camaradas. Lo que no faltó es el amor de “Angi”, la mujer teatral que fue nuestro nexo allí. Ella está intentando allí. Ella es teatro. Lo percibimos de una. Sin vueltas. Ella es una mujer que, sin conocerla, uno percibe la entrega total por el teatro. Es nuestra Patti Smith. Por rasgos físicos y por un modo de vida entregado al arte.
Sería una estupidez nombrar y resaltar al Partido Socialista sólo por el lugar, sin nombrar la verdadera llave: “Angie”.
Ángeles Conde nos abrió y dio las llaves de esa casa. De ese hermoso sitio. La llave teatral para que esa sala se vuelva teatro independiente.
“La Casa del Pueblo” tiene los desafíos de GIDI: nuestro teatro independiente en Lincoln. O más. Tiene lo que quiere “Tura Urb”. Una casa para que sea centro cultural. Vida cultural del pueblo. Casa donde todo ocurra.
Aquí se ve que hubo esplendor. Si ha tocado el mismísimo Atahualpa Yupanqui. Ludovico Fonda va a tocar allí.
“La intemperie siempre” ojalá vuelva allí, pues es maravilloso.
Perdón que me vaya por los surcos del barro, pero no derrapo aquí… No es ésa la idea.
Quiero decirles que siempre son valiosos lugares así. Parece obvio, ¿no?
Lugares que abrazan y proponen el arte y la cultura. Espacios para compartir desde esa dimensión que es la cultura popular. Que circulen allí las mil voces y millones de miradas de nuestra cultura. Y que no se vengan abajo. Ese esplendor, hoy, pareciera estar diluido. Si bien existe una biblioteca popular y funciona allí una radio comunitaria llamada “Mestiza”, se percibe un dejo en las instalaciones que podrían cobrar aquel esplendor cultural pleno donde el hecho artístico emergía y era lo frecuente en estas casas. Pero hay que seguir ocupando esos lugares valiosos para llenarlos de vida cultural. Esa cultura popular que vive en lxs artistas locales y de la creación que surge cuando las personas se juntan.
Entrar a lugares nuevos es una experiencia única de renovación de la curiosidad. Como jugar en distintas canchas, conocer una parte nueva del río, tocar con otros instrumentos prestados; hacer “La intemperie siempre” en nuevos lugares parece ser una premisa objetivo del plan mayor que es hacer teatro. Queremos que sea así. Quizá sea la mejor apuesta para conocer lugares y mirar. Mirar y conocer. Provocar la experiencia que se vuelve ahora palabras escritas. Llegar al lugar desconocido, ese lugar que no está en tomarse un avión, está a cercanos 60 kilómetros. Y los tres conocemos algo de Junín, pero ahora vamos a hacer teatro. Vamos con ese rol. La compañía de teatro visita y hace del viaje un aprendizaje.
¿Por qué Junín? Porque allí están sucediendo eventos culturales. Porque se puede. No sé detalles del escenario cultural de Junín, pero sí les puedo decir que están sucediendo. Lxs músicos están tocando. El teatro quiere empezar a mostrarse. Con barbijo y protocolos diversos. La cultura en Junín empieza a despertar. Del letargo pandémico. Para nosotrxs toda esta experiencia novedosa y este deseo de hacer teatro culmina con ese contacto, encuentro y pacto teatral. Ahí somos. Con el público. Esas 12 o 15 personas que vieron “La Intemperie” el sábado nos dan aliento. Nos dan cariño. Nos complementan. Sabiendo también que si iban dos personas lo mismo era.
La puesta fue lo más cercano a un teatro que estuvimos. Veníamos de cuatro funciones en garajes, y aquí ya tuvimos una puesta de luces que probamos apenas llegamos. Es algo importante esto. Para utilizarlo a favor de la obra y de las actuaciones. Venimos de la más pura austeridad escénica. Estas luces fueron utilizadas con el contundente sentido de iluminar los espacios donde transcurre la obra. Nada más. Y el apagón del final que estuvo en las manos de nuestro amigo titiritero Manuel Mansilla, que, si bien había visto ensayos, no se había sentado como un espectador más. Y allí estuvo, acompañando con su mirada experimentada.
Como lo hicieron lxs demás juninenses que nos apoyaron en la difusión previa como Andrés Russo y su divulgación cultural en radio “Mestiza”. Son aliados del arte para que allí nos podamos ver. Ver qué anda pasando, qué están haciendo los coterráneos del noroeste.
La puesta tenía un telón de fondo negro. Con salida hacia atrás para camarines. Lo demás puro cuerpo y representación y entrega actoral con una obra sobre la existencia de nuestras vidas.
En un momento estamos mirando la luna, desde las escaleras arriba en la puerta que va a la radio “Mestiza”. En unos minutos, Fonda da sala, después de recibir a cada una y uno de lxs espectadores. Se escucha un murmullo. El cuerpo se tensa. El corazón se acelera. La panza cruje. Es el instante previo, el momento de despegue. Ludovico inicia una introducción explicando y dando unas palabras de recibimiento y de agradecimiento e invita a disfrutar.
Allá vamos. Miro la luna que se llena. Nos damos fuerzas con Marcia. Empieza la función.
La intemperie es siempre.