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Reserva verde, por Ezequiel Tujague

El cronista de Corazón Amateur cuenta en este relato su visita al estadio “Eva Perón” para ver jugar al juvenil deportista linqueño Joaquín Gho, amigo de su hijo Tomás, en el marco de en un partido en el que el ex Rivadavia categoría 2003 se desempeñó, con su equipo Sarmiento, como titular ante Platense, la semana pasada. Allí, Ezequiel no sólo describe algunos detalles de la carrera de Joaquín, sino también los del entorno de un cotejo perteneciente a la Liga Profesional de AFA, en un estadio con gran historia como la tiene el del Verde.

El cronista de Corazón Amateur, Ezequiel Tujague, aborda en esta columna, con pluma detallada, su visita al estadio “Eva Perón” de Sarmiento de Junín para ver al juvenil futbolista linqueño Joaquín Gho -amigo de su hijo-, quien hoy se desempeña en la Primera y Reserva de Sarmiento, en el marco de una cita puntual deportiva se dio la semana pasada, cuando el Verde, con su categoría más pequeña de las dos mayores, se midió con Platense.

Allí, en ese contexto, Tujague aprovecha no sólo para describir algunos detalles de la eximia carrera y el presente del jugador ex Rivadavia de Lincoln, quien desde los 12 años se encuentra jugando en el elenco juninense, sino también para ponerle su estampa descriptiva a lo que se genera en el entorno de un encuentro de estas características: un partido de Reserva dentro de un torneo de la Liga Profesional de AFA, y en un estadio mítico como el del Verde, con dos clubes amparados por una rica historia. Vaya si tiene para contar. Leámoslo.   

RESERVA VERDE

La entrada en calor: me gusta ver cómo practican los jugadores, qué hacen. Ver sus movimientos, sus caras, sus relaciones. Todo lo previo a los 90 minutos. Es como ver a los caballos de carrera cuando varean con sus jockeys ya luqueados. Es ese momento previo de calentamiento. Que ahora ya muchos equipos lo realizan dentro del campo de juego. Antes no se los veía.

Hoy sí.

Estamos en la cancha de Sarmiento de Junín. En el estadio “Eva Perón”. Nada de canchas auxiliares. La Reserva del Verde juega de local en su estadio. Son las 11 de la mañana de un invierno frío.

Vengo de la mano de la amistad de mi hijo con Joaquín Gho, nuestro objeto de todas las miradas. De que este partido se nos vuelva bien interesante. Por verlo a él.

También vienen dos amigos más de ellos. Hoy veo con esta barra y aprovecho para conocerlos un poco más en estos casi veinte años que transitan. Compartir con esta juventud es el plan de hoy. No me separo de ellos y de alguna manera me acomodo a lo que proponen.

No tenemos auto. Venimos por 200 pesos argentinos en el “Sol Bus”, un micro que une nuestra querida ciudad, Lincoln y Junín.

Una hora nos separa.

A las 9 estamos saliendo. Ellos, Renato y Juanma, ya nos esperan con pasaje en mano. Sin subirse al ómnibus, a pesar de los escasos grados de temperatura.

Apenas nos sentamos, seguimos durmiendo. Tomás, mi hijo, lo logra. Yo escucho a las chicas del asiento de atrás. No las quiero escuchar, pero sucede. Pienso en los auriculares que no traje. Llevo un libro, pero no tengo energías para leerlo.

Escucho sin querer. Van a votar. Ya son recibidas. Trabajo Social o algo cercano a la docencia. Una de ellas dice que resonga, que, cuando no le gusta algo, lo dice, sobre todo cuando las condiciones laborales no son buenas; así dice. No se puede tener frío. Ella trabaja sentada y el calefactor no andaba. Entonces, no. No puede hacer bien su trabajo. Porque ella sí que lo hace bien.

Tampoco los chicos pueden pasar frío. Ningún chico, dice la otra.

Me gusta escuchar esto: que ninguno.

Se alegran por la nueva secundaria de Carlos Salas. Están bien informadas. Son del palo, pienso. No sé qué irán a votar. Pero hay que bancar la democracia, coinciden ambas.

Cuando llegamos a la terminal de Junín esperamos que bajen todxs. Bajamos últimos. Hago cinco metros y me falta el celular. Subo al micro y ahí está.

Caminamos a la cancha de Sarmiento por dos bulevares. A mi parecer, una de las cosas más lindas de esta ciudad. Otra puede ser la laguna; y otra, sus plazas.

Caminamos tomando mates. Ellos charlan. De la noche anterior.

De otros viajes recientes a verlo a Joaco.

De jugadores de fútbol profesionales.

De viajes en tren.

De fútbol.

Nos tomamos un termo de mate antes de llegar. Calentamos agua en una fiambrería a una cuadra de la cancha.

Entramos con un termo lleno y muchas ilusiones de ver jugar a Joaquín. Para ver a la Reserva de los equipos de Primera no se paga entrada. Gratis.

Vamos a ver un gran espectáculo, en una gran cancha y sin gastos.

¡Buenísimo!

Entramos por el sitio de platea. Donde se hallan los palcos, las plateas, el sector de periodistas y la visera de cemento de este cuadro grande del oeste bonaerense.

Sarmiento de Junín es el único equipo del oeste de la provincia que siempre estuvo afiliado directamente a la AFA. Por eso ha oscilado entre la B Nacional y la B Metropolitana. Nunca Federal A. Hoy, Primera División del fútbol argentino.

Entramos con la compañía indispensable de un sol tenue que aumenta los grados térmicos.

Saludamos a la familia de Joaco. Papá Juan, mamá Silvana y hermana Luisina.

Mientras caminamos, ya divisamos los movimientos de Joaquín en particular, de ambos equipos en general.

Cada uno a su modo.

Después de trabajos reducidos y de pasadas en velocidad, Sarmiento hace algo que me gusta. Como ver a Messi patear, a Roger o Rafa pegar un drive o hacer un saque: patean al arco. Descarga y, desde afuera del área, arremeten contra el arquero que se come varios goles.

Goles que hoy serán ausencia.

Pero no se vaya, querida lectora, lector.

¿Sigue ahí?

Sentados.

No en cualquier lugar.

En el lugar indicado que han elegido Rena y Tomi, seguidores de esta campaña del Verde.

Subo al palco preferencial. Hermosa vista desde esa visera de cemento centenaria. Pero ahí no es. El lugar elegido es la platea de al lado. Aire libre.

Sentados, en fila de cuatro, tomando mates.

“¿De dónde viene el Juan?,¿De Alaska?”

Llegan familias y saludan.

Abrazos.

Familias.

Seguidores de Platense, equipo rival hoy.

Jugadoras y jugadores de las inferiores de ambos clubes.

Abuelos con nietos.

Padres, madres, hijxs

“!Dale!, ¡dale!, ¡dale!”, se escucha el auto aliento de jugadores desde el vestuario o ese lugar pegado al túnel por donde salen a la cancha.

Yo también jugué en esta cancha, y entré por ese túnel y miré con asombro estas tribunas. Cuando me ponía la 6 de stopper en las divisiones inferiores del Club Rivadavia de Lincoln. Único equipo de Lincoln que participa desde los años nacientes de la Liga Deportiva del Oeste. Siempre jugamos y les ganábamos a los clubes de Junín, por eso la rivalidad. Rivadavia estuvo durante más de 10 años representando en el Federal A a esta Liga. No se olvide de eso, estimada lectora, lector.

Un minuto por Lippi.

Piel de gallina. Porque se me viene lo que sentirá Juan Gho. Que ha compartido tanto con ese colega tan importante en la formación de jugadores. Tan amante de este deporte. Un trabajador que supo estar en Rivadavia en el ‘90, ‘91. Me cuenta Juan y, mientras recuerda, llena el cielo con una sonrisa.

Empieza el fútbol.

Joaquín lleva la número 7.

Hoy va bien de ataque. Arriba. Se mueve por todo el frente. Un nueve que es 7 y 11.

¿Se entiende? Y eso que el pibe es mediocampista.

Me gusta que un jugador pueda cumplir varias funciones. Aunque él mismo diga identificarse con tal posición. Jugadores polifuncionales, me sale. Eso de encontrar una posición y ver qué puesto ocupan los otros 10 y también lograr conexión en ese andar.

Ahí, la clave de todo. Sobre todo, del fútbol, deporte colectivo en el que entran 11, y hay variantes en un banco de suplentes que administra el cuerpo técnico.

Mucho laburo para lograr el mejor funcionamiento.

Jugada rápida. La pelota estaba volando fuera de la cancha y Joaquín ya pedía al pibe alcanzapelota que inmediatamente habilita el balón y así ocurre un lateral rápido para que Joaco, atento, genere el inminente peligro.

La garrapiñada en las canchas de Junín las vende un señor que ya vi en la cancha de Ambos Mundos. Va por todas las canchas. Moto y bolsa grande, y mucha garrapiñada y pochoclos.

“El último cantor de Platense, el Polaco Goyeneche”. Mañana nos traemos 3, 3-1. ¿Sabés por qué? Perdió Boca, gana Sarmiento”. Le dice a un grupo de gente identificada con el Calamar de Saavedra.

Me gusta que Platense esté en la A. Por el Polaco, por Alejandro Fabri, por un amigo que tuve en la facultad, porque siempre me acreditaron en ese club cuando peleaban un ascenso en la B Metro.

Ver fútbol. Ver 90 minutos de intentos. De propuestas. De identificar un plan. Jugadores en funciones. Pibes que quieren jugar los domingos en la máxima. En eso están.

Haciendo esfuerzos y mucho trabajo, y mucho más para lograrlo.

En el segundo tiempo, excelente pelota para que Joaco quede mano a mano por izquierda frente al arquero.

No lleva a definir claro. Estuvo ahí.

Cerca.

Se agarra los pantalones. De bronca.

Casi casi.

Termina el partido sin gritos en la red.

Damos la vuelta y vamos a saludar a Joaquín.

Conozco las instalaciones del club. Un bufet, unos quinchos y pileta al aire libre; no veo parrillas. Y la pensión. Donde estuvo varios años Joaquín Gho.

Hoy vive en un departamento que pudo alquilar con la familia. Vive a un par de cuadras de esa sede.

Joaquín viene de recuperarse de una lesión en la rodilla. Fue intervenido quirúrgicamente y aquí está nuevamente.

Jugando fútbol.

Lo que más le gusta.

A nosotros nos gusta verlo. Por eso seguiremos viniendo.

El 7 sale vestido y nos sacamos una selfie que sella este sábado de junio.

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