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Uno de los acontecimientos editoriales del año: publican los “Cuentos completos” de Ricardo Piglia

Editado por “Anagrama”, el volumen de más de 800 páginas ofrece la posibilidad de recorrer toda su producción en este género y de reconfirmarlo así como uno de los grandes maestros argentinos de la literatura también en la narrativa breve.

La edición de “Cuentos completos” de Ricardo Piglia que acaba de aparecer es no sólo una de las apuestas fuertes de la editorial “Anagrama” para el 2021, sino también uno de los libros que generaron mayor expectativa entre los muchos lectores del autor de “Respiración artificial”.

El rasgo distintivo de esta reedición es que fue organizada por el propio autor poco antes de morir, a los 75 años, el 6 de enero de 2017, luego de haber padecido una enfermedad que lo privó de una de las actividades que, junto con la lectura le producía más placer, escribir.

En el final del voluminoso libro que tiene más de 800 páginas, su agente literario, Guillermo Schavelzon, se refiere, precisamente, a la participación de Piglia en la edición de su obra cuentística completa. 

“Entre 2014 y 2017 -dice-, consciente de las dificultades que vendrían, conociendo ya el diagnóstico de la enfermedad que un par de años antes había comenzado como “un malestar en la mano izquierda” (esclerosis lateral amiotrófica, ELA), Ricardo Piglia trabajó minuciosamente en un plan de futuras publicaciones. Entre las instrucciones para el futuro, como él las llamaba, tanto en reuniones personales como por correo electrónico, expresó su deseo de publicar un libro que reuniera todos sus cuentos escritos desde 1967. La edición, dijo, “vería la luz un año después de ‘Los casos del comisario Croce’” (“Anagrama”, 2018).

A pesar de las limitaciones progresivas que le imponía la enfermedad, Piglia llegó a establecer la versión final de estos “Cuentos completos”. Puedo hacerlo gracias a los esfuerzos de su mujer, Beba Eguía, que siempre le facilitó los medios para que pudiera seguir escribiendo. Piglia logró dominar un software de escritura con la mirada, y con el apoyo de Luisa Fernández trabajó arduamente en la revisión y cierre de su obra, que incluía la Nota a esta edición, dictada en 2016.

Siguiendo sus instrucciones y cuidando cada detalle de su plan, entregamos este manuscrito al a la editorial, que esperó muchos años a recibirlo, desde la primera vez que Piglia comentó este proyecto a Jorge Herralde, su editor. Éste es el libro que el lector tiene al fin en sus manos. Esta aclaración está fechada el 1 de septiembre de 2019 en Barcelona.

“Cuentos completos” incluye “La invasión” (1967), “Nombre falso” (1975), “Prisión perpetua” (1988), “Cuentos morales” (1993), “Los casos del comisario Croce” (2007) e “Historias personales (2015-2017).

En la Nota a esta edición fechada en 2016 a que alude Schavelzon, Piglia habla de su larga relación con el cuento: “Increíblemente me he pasado más de cincuenta años escribiendo cuentos, o mejor, ficciones breves. En varias de mis novelas he incorporado relatos y si los recojo en este libro es porque mi idea del cuento ha ido cambiando con los años. Empecé escribiendo cuentos de cinco mil palabras, en la senda de Hemingway y de Borges, pero pronto me encontré buscando formas en las que los procedimientos fueran más abiertos.”

Pero no sólo ha escrito cuentos, sino que, como el enorme crítico que fue, ha reflexionado largamente sobre él así como lo hizo con las diferentes manifestaciones de la ficción. En el final de “Formas breves” pueden leerse “Tesis sobre el cuento” y “Nuevas tesis sobre el cuento”, textos por los que desfilan Poe, Kafka, Chéjov, Hemingway y, por supuesto, Borges que, como Roberto Arlt, se encuentra siempre en el centro de las reflexiones de Piglia sobre la ficción.

La primera tesis de Piglia es contundente: “Un cuento cuenta siempre dos historias”. Y la segunda no lo es menos: “La historia secreta es la clave de la forma del cuento y de sus variantes.” Y concluye: “El cuento se construye para hacer aparecer artificialmente algo que estaba oculto. Reproduce la búsqueda siempre renovada de una experiencia única que nos permita ver, bajo la superficie opaca de la vida, una verdad secreta. `La visión instantánea que nos hace descubrir lo desconocido, no en una lejana terra incógnita, sino en el corazón mismo de lo inmediato’, decía Rimbaud. Esa iluminación profana se ha convertido en la forma del cuento”.

Si algo caracterizó a Piglia y se convirtió en su rasgo distintivo es su capacidad de reflexión acerca del acto de escribir. En una nota periodística de 1983 sostiene: “No creo que existan escritores sin teoría. En todo caso la ingenuidad, la espontaneidad, el anti intelectualismo son una teoría bastante compleja y sofisticada por lo demás, que sirve para arruinar a muchos escritores.” Lo que dice es rigurosamente cierto. En todo acto de escritura hay una teoría implícita, pero no siempre los escritores tienen una conciencia plena de este hecho. Es más, en muchos casos, hay algunos que consideran que la teoría y la reflexión inhiben la expresión literaria. Piglia, en cambio, sintetizó como pocos la figura del “escritor intelectual” y su práctica de la crítica hizo de esta no un producto de segundo orden derivado de la ficción, sino un tipo de escritura tan fascinante como la ficción misma que coloca al crítico en el mismo lugar creativo que al escritor.

En la misma entrevista mencionada dice Piglia: “Por mi parte, me interesan mucho los elementos literarios que hay en la crítica; la crítica como una forma del relato: a menudo veo la crítica como una variante del género policial. El crítico como detective que trata de descifrar un enigma, aunque no haya enigma. Pero si no existiera la ilusión de un enigma, no existiría la crítica literaria. El gran crítico es un aventurero que se mueve buscando entre los textos un secreto que no existe.”

Los “Cuentos completos” de Piglia permiten, precisamente, seguir el curso de sus investigaciones detectivescas sobre el cuento, sus experimentaciones sobre el género, no en el sentido de una “evolución” darwiniana, (“No creo que un autor evolucione -dice en la Nota del autor-, son las formas las que cambian y uno debe estar abierto a la experimentación), sino en el sentido de la búsqueda constante que quizá sea más evidente en el cuento que en las narraciones largas, porque el cuento es una especie de destilado literario, un concentrado, una práctica de austeridad de la escritura porque, como dice Piglia, mejora cuanto más se quita de él.

Fuente: tiempoar.com.ar

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