Ezequiel Tujague, nuestro columnista y colaborador periodístico, estuvo en Mar del Plata acompañando como entrenador a la dupla de tenis linqueña en categoría Sub-16 conformada por Rafael Azar y Feliciano Andrés, ambos jugadores de Lincoln y de Rivadavia, y aprovechó la cita deportiva y cultural de los Bonaerenses para dejar algunas sensaciones diarias de lo vivido.
Con el libro de David Foster Wallace “El tenis como experiencia religiosa”, en el raquetero, Tujague juega un partido donde lanza pelotazos que no esperan devolución, asumiendo el Hoy como un tiempo permanente, donde la semana y los días nos traen acciones que siempre están sucediendo. En vivo como un partido único y distinto. Cómo ese Us Open del 95’ que narra con maestría Wallace, un 2025 Bonaerenses en párrafos personales que plantea Tujague.
Mar del Plata.
La pasión de una provincia, la ilusión de más de cuatrocientos mil pibas y pibes bonaerenses.
Hoy es hoy.
Algunos hoy que son ya memoria, pero revividos hoy vuelven a ser.
Ser hoy es volver a vivir. Vivir una semana de cinco días de competencia y convivencia bonaerense.
Una semana que empieza en marzo y que termina este 17 de octubre del 2025.
Hoy es la primera cena.
“Había una silla para vos”, le dije cuando salíamos del lugar donde comeremos todos estos días de Juegos Bonaerenses.
Era un convite que llegó tarde, pero que sirvió para habilitar una propuesta próxima que nunca llegó a ser nada, salvo esa frase.
Además de satisfacer el hambre, el momento de comer es un espacio para encontrarse con otras y otros deportistas y entrenadores; y comentar y saber cómo ha sido la jornada, qué desafíos se vienen, comentarios sobre los nervios y preparativos, el apoyo y el aliento para lo que viene. Todo en los almuerzos y cenas, un momento clave de cruce y encuentro.
Hoy, en la primera noche, duermo, dormimos con Rafa y Feli, después de dos entradas y dos platos de ravioles de verduras con bolognesa. Satisfechos esperamos el debut deportivo. Lobos es la primera cita.
Hoy fue la inauguración de los Juegos.
Ver poguear a lxs pibes generó y dio al cuerpo y alma una sensación de plenitud inmensa.
Sentirse libre de verdad. Verlos me lleva a los mejores años de juventud plena, delicada. Me retrotrae a mis Juegos Bonaerenses: años 1997, 1998 y 1999.
Recuerdos de nostalgia deportiva y de vida de aquel pibe. Sirve, también, para volver a entender cosas y hechos de la biografía de uno. Mirarse en la distancia.
Hoy, en la primera mañana de competencia, todo es por primera vez.
Eso tiene su encanto particular, sus nervios y su magia irrepetible. Primer desayuno, primeras cábalas, primer recorrido al Club Náutico de Mar del Plata, primer trayecto, primer arribo.
Esperando el debut inminente.
Primer arribo y fichaje, primer día de acción. Y último. Mañana es mejor.
Hoy, esta campera roja del Municipio de Lincoln tiene el sudor y la historia encima, guardada cuando subís el cierre para que te abrigue con el trazo y la destreza deportiva de esfuerzo y representación de pibas y pibes que fueron Sub-18, Sub-16 y Sub-14; y hoy recordarán que fueron parte y lo siguen siendo por haber marcado el tiempo bonaerense.
Una campera como piel por una semana. Una campera, hoy, que dice de dónde, de qué Municipio, de qué tierras y qué pueblos. Hoy, ese rojo en la campera nos acerca y confunde con Tigre, con Las Heras, con un tal Lezama y no con muchos Municipios más. Hoy, ese rojo con tira blanca se iguala con Rivadavia de Lincoln. Hoy, esta campera nos iguala en Roberts, Arenaza, Las Tocas, El Triunfo, Martínez de Hoz, Bayauca, Triunvirato, Bermúdez, Carlos Salas y Pasteur. Los pueblos del partido de Lincoln en esta campera. Hoy, Lincoln está en la provincia de 145 Municipios participando como delegación en esta 34 edición de los Juegos Bonaerenses.
Hoy llegamos con las ganas de todo un año, pensando este sueño que se concretó con el paso de la fase regional, donde Rafael Azar y Feliciano Andrés confirmaron en cancha, con juego y determinación tenística, el arribo a Mardel para ser partícipes de las finales de estos juegos provinciales. Hoy, marzo quedó atrás como ese primer paso, mes de inicio para octubre. Del mes tres pensando y practicando, fantaseando, armando el viaje y sus paseos, ilusiones positivas, expectativas y objetivos que nos dieron sentido todos estos meses, para atravesar el frío invierno sabiendo que el sol de octubre sería radiante sobre la arena de Mardel. Hoy, la arena se nos mete en el cuerpo, se hace piel, se vuelve piel arena de mar atlántico, real y suelo de tejos, fútbol-tenis, beach vóley, anteojos de sol y charlas que se suspenden en el devenir de las olas.
Hoy, en esas olas que vienen, nacen nuevos encuentros, se arman olas de amistades de chicas y chicos de toda la provincia.
Hoy es un viaje nuevo. Algunos no tomaron jamás un ascensor, otros no salieron este año de Lincoln, otras dejaron sus camas y piezas con hermanas y hermanos para dormir con amigas y amigos de equipo deportivo o grupo cultural. Hoy, no tuvieron que hacer la cama ni el desayuno y no fueron al colegio; hoy han hecho y vivido cosas distintas, una experiencia gratificante que enriquece toda vida humana. Hoy, nuevamente el sentido de comunidad se vuelve permanente. Para dejar el individualismo intenso para otros días. Hoy, las y los profes, además de entrenadores, son tutores responsables con máxima atención para las y los protagonistas exclusivos de estos juegos.
Hoy, Rafa me da una clave para entender qué es lo que le gusta de estar acá.
Dice, pensando en futuros Juegos Bonaerenses, que no vendría con alguien que no tiene onda, con el que no se siente cómodo.
Entiendo, hoy, por qué está Feliciano aquí y por qué estoy yo.
Me pongo contento y le agradezco.
Por tal lección.
Hoy, cuando terminó la final de Martín Rodríguez y caminé solo al baño del Club Náutico de Mar del Plata, entrando por la zona de acceso secundario y no por la puerta principal, recordé que ese club no me pertenece. Que no pertenezco aquí, sentí inmediatamente. Así de golpe, pensé en mi club. Al que sí pertenezco, a mi ciudad, a la campera de Lincoln, qué grande sos, eso sí me identifica, a las canchas donde me crié y donde sigo siendo, jugando, transitando.
Hoy, Martín Rodríguez confirma una semana de gran tenis y define que es Plata, es el número dos de la provincia.
Hoy, encrucijada.
Encrucijadas de la vida.
Me despierto con los ronquidos de Feliciano. Así entiendo el sueño: tuve que hacer cosas que no elegí.
Me da un poco de alivio aceptar hoy eso.
Muevo el cuerpo de Feliciano qué no acepta y sigue roncando, hasta que logra volver a respirar en armonía.
Despierto y todo es armonía.
Hoy, cuando rememoro estos juegos, vuelvo a creer en el deporte como quien vuelve a ver o recuperar el sentido del gusto. Lo que sea. Como quien vuelve a enamorarse. Así.
Hoy festejo por todas y todos estos Juegos Bonaerenses que fueron competencia y aprendizaje, y fueron viaje a la ciudad feliz.
Hoy estoy más cerca de entender por qué le dicen así, “La Feliz”.
Pero creo y espero otros juegos, como posibilidad para detallarme y acercarme más a esa cualidad eterna.














