Con los humanos encerrados, los que se recuperan son los ecosistemas
Recuperación de la capa de ozono, de distintas formas de vida silvestre y reducción de todo tipo de contaminación, es lo que ha provocado que nuestra especie debe estar aislada, frente a un virus que ella misma ha creado.
El temido COVID-19 (coronavirus) ha dejado el planeta en una total desolación, lo que ha mantenido a los grandes depredadores de las tortugas en este caso (los humanos) lejos de ellas, facilitando que desoven en tranquilidad y paz.
La temible pandemia no sólo rompe los récords de fallecimientos todos los días, también ha reducido la contaminación en todo el mundo, logrando disminuir el agujero de la capa de ozono. Asimismo, a esto se suma el cierre de actividades que afectan a los animales, como los paseos de elefantes y las corridas de toros. Es realmente lamentable todo lo que este virus nos hace, pero al mismo tiempo es un gran respiro para la naturaleza y la vida en nuestro planeta.
De alguna manera, y sin esperarlo, este virus le ha dado una pausa obligatoria a toda la humanidad, haciendo que este momento tan difícil se convierta en una oportunidad para que la vida silvestre y todos los ecosistemas del planeta se recuperen.
Se podría pensar que el COVID-19 fue lo mejor que le ha pasado a la naturaleza, pruebas de esto son los casos como el que reportó en el sitio de noticias “Hindú”, el cual afirma que, luego de casi siete años, se vieron de nuevo anidar a las tortugas Olive Ridley en la playa de Rushikulya, India. Esto gracias al encierro forzoso que viven los humanos a causa de la cuarentena.
Las autoridades señalaron: “Éste ha sido el año con mayor número de tortugas. Cada año alternativo es un año malo o un año bueno. Sin embargo, en los últimos dos años, hemos visto un aumento fenomenal en el número de anidación, y éste ha sido por lejos el mejor”.
Este terrible virus que hoy nos tiene en casa, paradójicamente se ha convertido en la respuesta de vida para miles de especies y ecosistemas en todo el mundo.