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“Rivadavia en todos lados”, por Ezequiel Tujague

El columnista de Corazón Amateur cuenta en su nueva propuesta para este medio, detalles de la victoria trabajada de Rivadavia, con su Primera División, sobre La Favela que dejó a este plantel a un paso de ser campeón, aunque también habla de un plantel con jerarquía de grupo, y de una institución, la Albirroja, a la que le encuentra, por sus aciertos como entidad, analogía con el gol.

En esta nueva columna, el periodista linqueño Ezequiel Tujague, cuenta, desde su particular punto de vista, la victoria del viernes de Rivadavia sobre La Favela, un triunfo en Primera muy importante porque el Rojo quedó a 3 puntos de salir campeón del torneo Apertura 2022 de la Liga Deportiva del Oeste. El relato es intenso y emocional, cargado de sentido de pertenencia entre palabras que se desprenden del acompañamiento y la visión del cronista sobre la visita del Albirrojo a La Favela en cancha de Ambos Mundos.

Aunque las impresiones volcadas a modo conceptual, no son sólo de este partido. Tujague describe también el buen momento que está pasando Rivadavia con su fútbol de Primera en todas sus órbitas, aunque también el buen trabajo que hace la Peña “Los Chozeros” -encargada desde hace años de ayudar al club rojo a crecer con sus obras- y la entidad en general.

Un relato que se mezcla entre distintas aristas, deportivas e institucionales, bajo una mirada de hincha que acompaña, de un simpatizante que observa, que se compromete y colabora con la institución, un punto de vista que se gesta, se agudiza y toma forma por jerarquía del fanático que sabe lo que está pasando en el club del que es hincha, del hincha que no mira desde afuera, sino bien desde adentro.

RIVADAVIA EN TODOS LADOS

Hay un análisis y descripción de crónica de fútbol que jamás escribiré.

Igual, uno nunca sabe. Pero la verdad es que, otra vez, querida y querido lector, estas líneas van detrás del gol, aunque nunca lo describirán.

¡Golllll de Rivadavia!

El gol es que se haya quedado su técnico anterior. Diego Funes está en Lincoln trabajando en su equipo. Lo está armando, lo dirige, lo entrena todos los días. Conoce a sus jugadores. Con ellos ha armado un grupo que lleva los colores rojos y blancos por la senda de intentar el buen juego.

Para eso trabaja. Con sus colaboradores y profes, todo un equipo que protagonizó el torneo anterior donde llegó al cruce definitivo allá en Carcarañá.

Las y los seguidores nos llenamos de fútbol local todo el verano.

Avanzando en cada partido.

El gol es de Rivadavia institución. Que ha decidido continuar con este técnico y sus colaboradores. Es un golazo tener el estadio que tiene. Es gol pensar en su fútbol inferior, masculino y femenino.

Es gol sostener semejante instalaciones de un enorme club. Es gol y acierto no descuidar las distintas disciplinas deportivas.

El jueves a la noche, en el mini gimnasio, se vivió una de esas noches que la Peña de Los Chozeros sabe proponer.

Un gol que hace seis años viene sucediendo, siendo gritado. Gol compartido.

Una reunión familiar en la que la familia del Rojo se reúne mensualmente para abrazarse. Para cenar. Para comer rico y gritar por Rivadavia. Para juntar un fondo económico donde seguir aportando a las necesidades edilicias del club. En esa propuesta ganamos por goleada.

Si usted, lectora, lector, es de otro club, anímese a generarlo en su institución. Verse las caras y comer distendidos.

Ir al club a cocinar.

Compartir el alimento casero.

Unir generaciones.

De hinchas, de dirigentes, de jugadores y jugadoras. De todas las disciplinas.

Es un gol. Aunque me quedo corto. Es una goleada.

Así empezó este finde que pasó súper largo.

De Peña en el club. De goles.

Y el viernes, a jugar en Junín.

Con los tallarines de la peña del jueves en su memoria, nuestros jugadores defendían su liderazgo en el campeonato donde ya hay olorcito a…

Con la fortaleza que el equipo viene demostrando desde el arranque del torneo, en el que, luego de haber perdido en el debut, no paró de ganar. Lleva diez al hilo ganando. ¡Golazo!

Con esas energías fuimos a ver al Rojo de visitante.

Porque, de local, lo vemos y nos queda claro todo el planteo. ¿Qué planteo?

Ese que, hace años, juega en una cancha de primer nivel, donde la pelota rueda al ras, donde las dimensiones amplias del terreno permiten desarrollar variedad de jugadas y sus futbolistas, con sus saberes técnicos y estratégicos, no tienen que pensar más que en lo entrenado en la semana.

El viernes, de visitante, todo eso no existía.

¿Por qué?

Porque la cancha de Ambos Mundos sigue siendo la cancha pelada de tierra dura donde hace 25 años jugábamos en inferiores.

No hay desprestigio aquí, querida lectora, lector. Esa cancha ha tenido mejoras: hoy cuenta con iluminación, tiene cabinas para periodistas y vestuarios con vidrios sanos.

Rivadavia, de visita, juega en canchas de menor jerarquía que la suya.

Por eso es gol clarito ganar allá.

Rivadavia gana en Junín y por eso se lo respeta y odia. Según la mirada de cada juninense.

Espero que quien lea esto, no quiera violentarse. Como se vio el viernes en cancha de Ambos Mundos. Ante la superioridad, la patada festejada. Ante un caño, una piña.

El grito desaforado proveniente de unos treinta seguidores de La Favela, equipo con apoyo municipal de Junín, que hace de local en Ambos Mundos. Donde se vio el festejo de una pierna fuerte o violenta, o donde algún jugador supo pegar una piña totalmente desubicada. Siempre desubicada.

La violencia lo es. Ahí perdemos por goleada. Pierde el fútbol, digo. Nos perdemos.

Como cuando River y Boca jugaron una final de territorio porteño, o sudamericano, en Madrid. Derrota total.

Gol de Rivadavia en cada uno de sus jugadores. Porque entrenan, porque ganan, porque han formado un grupo, un vestuario ganador y competitivo. Un grupo que sabe disfrutar, parece. Que saborea cada victoria como el jueves lo hizo con los tallarines caseros. Festeja su liderazgo. Se siente bien. Juega y gana, viene con diez victorias seguidas. Eso es goleada.

Permanecer. Seguir con motivaciones. Seguir con ganas de goles. Porque fue protagonista y quedó a un penal del Federal A. Por esa continuidad es que hoy es líder indiscutido. Porque hay base. Porque siguen las ganas de jugar y crecer jugando.

Hay motivos.

Gol.

Quizá ése sea el mayor grito, ¿no?

Motivos. Motivaciones para continuar.

El viernes parecía imposible jugar al fútbol. Era para verlo por TV. O escucharlo por la radio.

Viento fuerte del sur, frío, cancha pelada que parecía una trifulca de montoneras a caballo.

Para ambos equipos igual. Pero Rivadavia tenía que resolver eso. Porque es protagonista y porque quiere ser primero.

Por eso y por muchas jugadas que no terminaron en gol. Es que tuvimos que esperar hasta los 30’ del segundo tiempo para gritar gol.

Gol Sí. Golazo. Desborde y gambeta del goleador Ramiro Barisoni, que asiste a Julián Campestrini para gritar Gol único.

Un gol.

Para llegar a eso se necesita “Trabajo, amor y fe”. Como aprendimos en el club. Y más también.

Que sigan los goles Rivadavia.

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